viernes, 22 de abril de 2011

El sombrerero y el Pintor.


Érase una vez que se era un Sombrerero y un Pintor. Se conocieron sin quererlo, sin pedirlo. Y se hicieron amigos.

Érase una vez que se era una historia sin dueño. Se forjó sin quererlo, sin que nadie la inventara. Y esperó a que alguien la reclamara.

Érase una vez que se era dos amantes, un Destino. Se amaron sin quererlo, sin fronteras, sin medidas. Y se hicieron eternos…

He vuelto a mirar tras mi Espejo. En su frágil cristal se me reflejan las verdades que vosotros sólo podéis intuir. He visto al Sombrerero escribir hasta horas impensables en la madrugada. He visto al Pintor marchar lejos de su casa, con mil sueños en su cabeza que trasladar al papel. Les he visto a ambos afianzarse en esperanzas que se convierten en seguridades: ambos empuñan sus armas, uno la pluma, el otro pincel, y se preparan para batirse en la lucha de la realidad contra los sueños.

También estaban ellos: He visto a Allwënn escuchar una llamada, abrir los ojos ante los susurros del Sombrerero. He visto a Äriel, reflejadas las estrellas en sus ojos malvas, sonreír casi expectante.

En mi Espejo también os he visto a vosotros. Unos fruncís el entrecejo sin entender, otros sonreís porque de alguna manera conocéis lo que se avecina. Algunos no consideráis que nada de lo que se escribe, aquí o en otros lados, sea apenas más que sueños que se perderán sin destino concreto. También los hay que piensan que el Sombrero y el Pintor están locos… Y me incluyo. Pero la cordura, después de todo, no es divertida.

En mi Espejo me he visto a mí misma y he sonreído sin poder evitarlo. Los muñecos en mi regazo también sonríen. Si mi pobre muñeco con sombrero pudiera, saltaría de excitación. El Pintor, más tranquilo, sólo parece divertirse, disfrutar. Yo también me divierto, también disfruto. El Juego ha empezado y cada cual prepara sus reglas, sus trincheras, sus sorpresas.

En mi Espejo he podido ver también el futuro. He visto a una arpista sonreír ante una melodía inventada. He visto a un violinista de tierras lejanas, a una voz dulce que le acompaña. He visto al Pintor creando, transformando sueños en realidad, realidad en sueños. He visto al Sombrerero llamar también a Äriel y ella alzar la mirada. La he visto incluso confesarse a las estrellas, cobijada entre ellas.

Pero, ¿qué gracia tendría que os contara todo lo que yo he visto en mi Espejo? ¿Qué gracia hay en descubrir el futuro?

Pensad, creed, soñad: a vuestro lado del Espejo es mucho más interesante no saber qué pasará.

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