miércoles, 27 de abril de 2011

Cassandra a través del Espejo... O no

Desde que vi a Äriel ha reinado la quietud.

Al otro lado de mi Espejo no ha pasado nada. Mis muñecos parecen un poco más quietos, un poco más lejos. Puede que sea yo la que todavía navega en el mar oscuro de estrellas y recuerdos perdidos…

En esos momentos muertos es cuando hay tiempo de pensar.

¿Cómo sería vivir tras los Espejos?

El Universo parece burlarse de mí, recordándome que el más mínimo detalle puede cambiar tu concepción de vida, de existencia, de orden. Tus seguridades pueden venirse abajo, lo establecido se lo lleva el viento con sus manos invisibles.

¿Qué pasaría si yo traspasara el Espejo?

Lo he visto miles de veces. He visto lo que hay al otro lado, lo que no hay. He visto millones de mundos, más de los que se pudieran imaginar que existen. Creo que precisamente por ello nunca había querido formar parte. Pero había algo en los ojos de Äriel que decía que merecía la pena vivir. Que merecía la pena luchar… Sólo por poder recordar, sólo por poder amar, sólo por poder existir.

¿Hasta qué punto existo? Sin recuerdos, sin pasado, sin vivencias. Sola en una habitación de cristal, con un corazón de cristal, pasando los días frente a mi pobre espejo de cristal… ¿Hasta qué punto soy real?

Los mundos más allá del Espejo son crueles. Despreciables. Los mundos al otro lado… Duelen. La magia muere entre conversaciones de negocios, entre guerras que no deberían existir. Desde mi Espejo he escuchado los lamentos de las hadas. Peter Pan llora porque Campanilla agoniza. En esos mundos la Verdad o la Justicia han caído, peones en manos de la Corrupción. La Hipocresía y la Mentira dominan ciudades. La Muerte se jacta de las víctimas que cae entre sus manos huesudas antes de lo que Ella misma habría podido decidir.

En esos mundos los niños ya no creen en cuentos, los adultos ya no tienen tiempo…

Tiempo.

En este mundo no hay tiempo. Algo tan insustancial no pasa a visitarme, pese a que yo sí puedo observarle sin que lo sepa. Puedo ver lo que hace en otros lados. Puedo ver lo malvado que es. El Tiempo condiciona a las personas. Las hace vivir más apresuradas, pendientes de etapas que nunca van a poder finalizar. Las hace ambiciosas, ruines. “No tengo tiempo”, “Antes”, “Después”, “Mañana”, “Ayer”… Y el más aterrador: “Futuro”.

En mi pequeño mundo, en este cuarto sin existencia, apenas sí soy consciente de entender significados como esos. Aquí no hay horas, ni minutos, ni segundos. No hay ni ayer ni mañana. En este lugar apartado sólo existe “ahora”: los instantes muertos que paso tras mi espejo. Al otro lado, sin embargo, he visto cómo el Tiempo apartaba a los niños de sus juegos, a las personas de la lectura, a las risas de la alegría. El Tiempo es algo muy cruel…

Todo, tras el Espejo, es demasiado cruel.

Y, sin embargo, ¿por qué sigo preguntando cómo sería ver las cosas desde el otro lado? Poder vivirlas, tocarlas sin chocar con un trozo de cristal. Es ridículo, estúpido, tonto. Una idea derivada de momentos de silencio. No sé si es día, no sé si es noche. No sé cuántas horas han pasado. Aquí no hay Tiempo ni relojes.

Sólo sé que mis muñecos siguen quietos, que mi Espejo me observa silente, que las estrellas de Äriel podrían burlarse de mí.

Y que yo, niña, prefiero quedarme aquí, creyendo en cuentos, viviendo sin Tiempo, con la risa en los labios…

…O eso creo.

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